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Si hay algo en lo que están de acuerdo todos los partidos políticos, es en que la ecología genera una imagen excelente. La mayoría de sus programas y discursos incluyen medidas en este sentido. Sin embargo, tanto el sector, donde intervienen productores, fabricantes, investigadores, etc. como la opinión pública, tiene la sensación que en realidad se trata más de buenas palabras que de hechos.

Queda muy bien impulsar flotas de transportes movidos por energía eléctrica, limpia y, a poder ser, de origen renovable. Tratar de que todos los nuevos edificios estén dotados de paneles solares y otras medidas que proporcionan fotos muy “ecológicas” a nuestra clase política.

Se anima al público en general a emplear vehículos eléctricos, cuya eficacia y rendimiento es cada vez mayor, eso está muy bien, pero esa energía debe ser generada por renovables si queremos mejorar nuestra calidad de vida.

Mientras tanto muchos contribuyentes y ciudadanos que invirtieron en huertos solares y paneles por doquier han visto como se ha pasado de recibir subvenciones a tener que pagar por ellos, algo que desde luego no favorece ni al medio ambiente ni a los ciudadanos.

Por otro lado los parques eólicos se van quedando obsoletos, ante la incertidumbre que vive el sector los inversores se lo piensan, mientras los fabricantes y productores, muy importantes en nuestro país, ven cómo sus ventas no avanzan como debieran.

Desaprovechar el inmenso potencial de nuestro país, debido a su particular orografía, es desde luego muy irresponsable. Una cosa es indiscutible, la era de los combustibles fósiles toca a su fin, el medio ambiente está diciendo basta y no ver esta realidad es de una irresponsabilidad que pagaremos todos.

Llega el momento de que nuestros gobernantes, sean del signo político que sean deben comprometerse de verdad para favorecer el interés general y una economía sostenible y ecológica o acabarán sufriendo sus consecuencias no solo nosotros, sino nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.